días un hervidero de turistas y también de coches, que intentan hacerse un hueco en las escasas plazas de aparcamiento del lugar, con el consiguiente peligro.
La grúa, de hecho, ha tenido que sacar a varios vehículos del borde del acantilado en no pocas ocasiones; la última, el pasado domingo. Una maniobra de aparcamiento por poco acaba en tragedia. Los integrantes del coche, una joven pareja guipuzcoana, se llevaron un buen susto cuando el automóvil se quedó literalmente colgado, a pocos centímetros de caer al mar y sin posibilidad de echar marcha atrás. «Está muy mal, no hay aparcamiento para tantos coches; es un peligro tremendo», se quejaba un turista.
Sin señalizar
La estrecha carretera pone la guinda a unos deficientes accesos. «No caben dos coches y se están formado unas colas de impresión para salir de aquí», se quejaba otro visitante mientras quemaba el embrague al coche.
Otra de las quejas recae sobre la inexistente señalización para acceder de la carretera entre Bakio y Bermeo a la ermita. En uno de los restaurantes próximos dicen que pasan «20 ó 30 personas cada día festivo» preguntando por Gaztelugatxe.
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